A veces las cosas están ahí, pero uno se niega a verlas. Y
no hablo exactamente de negación. Hablo de no tener a la mano datos impactantes
que te obliguen a parar.
Todos los días, inclusive hablamos de la crisis del agua, es
más aún la sufrimos. Todos los días recuerdo aquellas temporadas de infancia en
la que a altas horas de las madrugadas, mi madre, yo y dos de mis hermanos
caminábamos cuadras tras cuadras, kilómetros tras kilómetros con un par de
baldes colgados de nuestros brazos, para poder llevar algunas gotas de agua a
la casa. Llenar un barril de agua era una tarea titanica.
Aún recuerdo, que invadido de sueño y con solo 12 años de
edad, tenía auto prohibido botar siquiera, una gota de agua. Pero aun evocando aquellos
recuerdos tristes y sufridos de mi infancia, no terminaba de cuadrar en mi
mente que nos vamos a quedar sin agua y, que el agua no es un producto
renovable.
El dato que me caló y provocó que me detuviera a pensar un
momento, llegó el pasado fin de semana en una clase de un Posgrado en #AmericanCollege
cuando analizábamos los Objetivos de Desarrollos Sostenibles (ODS), específicamente
el 12, Producción y Consumo Responsable.
Mi compañera de trabajo y yo abordamos el tema del agua, y
entonces nos encontramos que solo el 6% del agua dulce y disponible para el
consumo de los seres vivos, está destinado para el consumo humano. Por ello es
que cualquier cantidad de asentamientos, barrios, vecindarios y ciudades sufren
por la ausencia del agua potable.
El riego de los cultivos consume el 70% del agua, agua que
se pierde pues se contamina con los químicos que los productores vierten sobre
las plantas y las zonas de cosecha. Por si fuera poco, las industrias en el
lavado y procesamiento de sus productos botan otro 15%, sin agregar la
contaminación de afluentes, ríos y quebradas. El 9% restante está reservado
para la industria del turismo.
En el ciberespacio hay un documento de Enacal que se llama
ABC Sobre el recurso agua y su situación en Nicaragua (http://www.enacal.com.ni/media/imgs/informacion/ABCdelAgua2.pdf),
debería ser material obligatorio de lectura.
Al Estado podríamos exigirle que caven más pozos, o que creen
una Ley que ordene y exija a los agricultores e industriales construir y generar
reservorios de agua, que multen a las personas que la desperdician, y hasta
limitar el uso de pesticidas.
¿Y tú, conmigo qué
podemos hacer?
Que como sociedad adquiramos el compromiso de ahorrar agua,
que reforestemos, que cuidemos de lo que queda del planeta.
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