miércoles, 11 de octubre de 2017

La prudente, imprudencia


“Sé prudente”, me dijo mi madre mientras yo ya estaba a bordo del “Río escondido” y mi madre en el muelle que por aquellos años lo conocíamos como CAF. Ya estaba a punto de zarpar de la Isla del Maíz, la que había sido mi casa por 3 años y la incubadora de grandes sueños. Estaba próximo a zarpar a la conquista de uno de ellos, estudiar una carrea profesional en una universidad de la capital. Bueno, en aquellos años, solo habían en Managua y León.

Ese fue quizás el último consejo que ella me dio antes de mi primer día de clases. Sé prudente al hablar, al actuar y hasta para pensar es valiosa la prudencia.

Pero en estos años eso se ha perdido. Todos los días hay variados reportes de accidentes de tránsitos, todos dominados por la imprudencia de uno de los protagonistas.

Sucede que los medios de comunicación, el Estado y la sociedad los disfrazan y ponen calificativos como “Conducción Temeraria – exceso de velocidad – estado de ebriedad”, etc.

Pero hablamos de imprudencia. La persona desde que se genera la sed por tomar bebidas alcohólicas y conduce un vehículo, debe estar claro que comenzará a generar riesgos mortales.

Los motorizados al amanecer, al anochecer, al atardecer, a cualquier hora del día hacen unas maniobras y, sencillo, la culpa es de otros.

Hablemos de aquellos que retan a la naturaleza y cruzan un cauce, una correntada, un río desconocido y su atrevimiento lo pagan con su vida. Todos los días los noticieros de TV están llenos de sangre, de muertes absurdas, de cosas ilógicas, pero no los vemos desde el plano educativo que nos permitiría entender que cuando estemos en una situación extrema, ser prudente.

Para qué campañas del gobierno sí ahí están las imágenes crudas, reales y llenas de sensaciones de gente que retó al destino y perdió. Gente que sigue retando al destino y perderán.

Por qué no ser prudentes, será que no hay nadie esperándolos en casa, será que no tienen hijos, madre o pareja, por qué no sus vidas no tienen valor. La educación comienza en casa. Y lo que bien se aprende, no se olvida aunque los años pasen. “Instruye al niño en su camino, Y aun cuando fuere viejo, no se apartará de él”. Proverbios 22:6

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