La honestidad
no es patrimonio de un pueblo ni mucho menos la idiosincrasia de sus
ciudadanos. Son valores que nos inculcan nuestros padres en el hogar y que se
riegan en la escuela. Ser honesto te hace mejor persona, permite que te veas a
diario en el espejo y no tengas vergüenza de ti mismo, es la catarsis de lo que
quieres ser.
Cada quince
días, exactamente los domingos me toca ir de compras al supermercado, voy al
que pinta sus fachadas de verde porque bueno, los precios son cómodos y venden
las mismas marcas que en los otros que las ofrecen a mayor precio, y hasta aire
acondicionado tienen. Solo verificamos las fechas de vencimiento y el producto
al carrito.
Pero no quiero
hablar de eso. Quiero dejar claro además que de vez en cuando voy a los super
de las otras marcas y las escenas también las he visto ahí, sin importar las
apariencias que quieran vender los protagonistas.
Este domingo,
mientras hacía las compras, vi entrar a una familia completa. 5 miembros en
total. Los padres, mamá y papá adelante con tres hijos, todos menores de 12
años. Los vi a la entrada, bien vestidos, desfilaban como esas familias en los
pueblos, que es evidente que vienen de la iglesia por como vienen vestidos.
Me llamaron la
atención, lo justo para recordarlos. Mi Segundo Acto con ellos fue en la zona
de los helados, todos atiburrados degustando diferentes sabores y al terminar
de comer, a esconder los recipientes. Entonces te molestas, querés denunciarlos
pero luego pensás, ¡y los idiotas que deben cuidar la empresa!
Tercer Acto. La
zona de hortalizas y frutas. Todos sobre las uvas. Parecían una horda de
hienas, con un frenesí que borraba cualquier halo de vergüenza en sus rostros.
Parecían una máquina perfecta en su actuar, digo robando.
Yo seguí en lo
mío y recordándome en voz alta que no debo juzgar a priorí. Y ya pensar que
quizás no tienen que comer en casa, era emitir juicios.
Pero si los padres
dirigían la cacería y ensañaban con la práctica, que comer sin pagar NO es un
delito, imaginen que será de esos chamacos su vida en el futuro. Ver empaques
vacíos por todos lados, es una costumbre en los supermercados o esos tipos que
apenas llegan sacan una cerveza y se pavonean mientras andan de compra.
Enseñar valores
es una tarea de todos.
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