miércoles, 5 de marzo de 2014

La especulación y sus cuentos


En las aulas de clases se nos enseña que no debemos hacer periodismo de especulación. Que el periodista cuenta las historias con un lenguaje funcional, fácilmente comprensible para el receptor y sobre todo, de manera objetiva, veraz y profesional. Pero basta con ver desde las ventanas de los buses o los automóviles, la primera plana de los diarios para despertar en nuestra cruda realidad.

Los límites acá no existen y con el afán de vender ejemplares, los editores se lanzan al ruedo del sensacionalismo y traen grandes titulares sin medir las consecuencias particulares y generales. Decir que el Presidente de la República posiblemente esté muerto, simplemente porque no compartimos su ideología política, es irresponsable y la factura de la CREDIBILIDAD llegará cuando él personaje aparezca vivo.

Pero si tenemos un público adoctrinado, pues seguirán creyendo nuestras mentiras aunque para ellos sigamos inventando historias como las de “Pancho Madrigal” y que desde el domingo nos roblaron la tablet y no habíamos cambiados contraseñas. La mentira tiene patas cortas decía mi abuelita que en paz descanse.

Pero existen otras consecuencias que gracias a Dios, este pueblo no sufrió con los “comics” de un diario local, y es que se pudo desatar una crisis generalizada en el país al anunciar un vacío de poder. El combustible pudo subir de manera descontrolada y con ello, la canasta básica y el costo de la vida de la gente proletaria que al final a los políticos solo les importa cuando hay elecciones.

La especulación fue creada para generar intrigas palaciegas que por gracia de Dios no nos generaron más que estados de ánimos encontrados puesto que aún no paramos de reír con las ocurrencias y las anécdotas que siguen fluyendo de manera poética y muy irresponsable desde el mismo diario.

Los medios tienen capacidad para sugerir significados diferentes a sus públicos, y peor aún cuando las ideologías de los que escriben o hablan es demasiado personal y hacen discursos, filosofan, especulan, logrando de esa manera desinformar.

Al perder la honestidad y la ética presentando una noticia que es un hecho de interés público, de forma irresponsable, nos damos cuenta que el medio busca imponer sus ideas sin importarle en lo más mínimo que subestiman y faltan el respeto a su público con un circo mediático sensacionalista que desvirtúa la realidad con un fin personal.

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