Los
habitantes de este país tienen un nuevo factor de estrés, pues ahora se
necesita de una tarjeta electrónica que contiene todos tus datos personales,
para subir a las mismas chatarras de siempre mientras exponemos nuestro ser más
preciado: la vida.
Cuando
le instalaron las barras a los buses, dijeron que controlarían el desempeño de
los conductores, tiempo que se toman para cubrir las rutas, velocidades en las
que viajan y un dijeron montón de cosas bonitas, todavía espero que se conozca
en los juzgados a que velocidad iban los salvajes de la 104 que asesinaron la
semana pasada a un motociclista en el sector de Plaza España.
Claro,
esa información se conserva en la base de datos de las barras electrónicas que
andan los buses, según los representantes de las diferentes empresas de
transporte de la capital.
Y ahora los capitalinos y usuarios del transporte capitalino, nos preparamos para usar tarjetas que para poder obtenerlas debemos presentar nuestra cédula e información que maneja el sistema financiero, como salario, tarjetas de crédito, cuentas bancarias, créditos y deudas, todo para subir la parada respecto a que ya quedan pocos espacios de privacidad personal.
Y mientras las chatarras siguen circulando sin ventanas, puertas, pisos rotos, sin luces, sin focos, sin agarraderos, sin llantas de calidad y llenos de personas que viajan como latas de sardinas, que los convierten en sitios insalubres y extremadamente peligrosos para la seguridad personal, pero que debemos abordar todos los días si queremos movernos de un sitio a otro en esta ciudad.
La verdad creo que la barra no fue suficiente para que los dueños de estos trastes viejos controlaran los ingresos de los buses contra los reportes de los conductores, y ahora suben la parada puesto que la gente ya no pagará en efectivo para abordar un bus, o eso creemos que pasará.
No
encuentro ningún beneficio para el usuario, sólo para los dueños de las
unidades que todos los días se desgastan y que carecen de mantenimiento.
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