Una vez alguien me contó que su amiga no quería enamorarse
porque tenía miedo a que le rompieran el corazón, sentía pánico a sufrir, a
sentirse viva y tener una fantasía en la vida real.
Pero ella es diferente a otras personas que viven en un mundo paralelo, al que sus amores platónicos la llevan a un planeta utópico, y lo único que hacen en el mundo real es hablar de él o ella, destacar las virtudes y lamentar que se fueron. La vida después de todo debe seguir y no permitir que esos momentos te lleven a un estado de miseria.
Se vale enamorarse y perder, es parte esencial de
la vida, como la muerte misma. Por ello los deportes son tan valiosos en el
desarrollo de los niños, porque educas a las personas con las perspectivas de
ganar y perder, de trabajar en equipo y aceptar la ayuda de tus aliados.
Ya filosofando, es cierta la frase que dice que “es
increíble como el ser humano acepta que alguien le rompa el corazón y seguir
amándolo con los trocitos que quedan regados por ahí”. Pero la meta es
levantarse y seguir adelante, y sobre todo aceptar los consejos de tus amigos
que sienten que la única manera de sacarte del estado miserable en el que
andas, es reprendiéndote con fuerza quizás sobre humana para que reacciones y
reconquistes el mundo.
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